El retoque fotográfico me ha apasionado desde que tengo uso de razón tecnológica. Es decir, desde que descubrí esa infinita herramienta llamada Photoshop, pero más aún cuando mi padre me enseñó aquella herramienta mucho más funcional a la hora de retocar en lote llamada Lightroom.
He de aclarar que Lightroom (como muchos sabréis) está orientada al retoque fotográfico puro, es decir, para retoque de montajes o algo más concreto sigue siendo mucho más útil Photoshop.
Dicho esto, voy a realizar un reto. Todos tenemos fotografías iniciales que no tienen interés alguno. Muchas veces, esa falta de interés viene dada no por el encuadre o el elemento fotografiado, sino por varias razones: la cámara con la que la realizamos en su día, la luz que había en ese momento, nuestra propia inexperiencia como fotógrafos…etc.
Hoy os voy a mostrar el antes y el después de una fotografía «mala» (porque es mala, no nos vamos a engañar) de 2005, aplicándole retoques en Lightroom para convertirla en una fotografía mucho más interesante.
2005 – Grazalema
Esta fotografía fue tomada en 2005 (hace ya 15 años, que se dice pronto). Está tomada con la PENTAX Optio S50, una de mis primeras cámaras digitales. Sobra decir que en este entonces mis nociones de fotografía eran nulas.
Ahora bien, ¿qué y cómo se ha retocado? Muy sencillo (y aplicando el mantra de Lightroom): tratándola por zonas. Esta es la verdadera magia de todo retoque. En realidad, lo que es el retoque en sí de las zonas no es nada del otro mundo: la exposición, claridad, texturas, contraste y temperatura. En total, le habré dedicado unos 10 minutos.
Pero, ¿qué zonas se han tratado y cuánto hemos concretado?
Fácil. Si queremos partir la imagen, ¿qué tres zonas sacaríamos? La arboleda, el fondo de casas y la casa en primer plano. El retoque en cada una de las zonas se ha hecho de forma totalmente individual, es decir, olvidándonos del conjunto. Si en el resultado del tratamiento por zonas queremos tocar el conjunto se hace al principio y al final del retoque selectivo.
Y aquí va la verdadera magia de esto: el aprovechamiento de la foto en bruto. Porque toda fotografía guarda mucha más información que la que nos permite ver la previsualización, y nosotros solo se la podemos sacar.
La magia está en los pequeños detalles